
Nuestro equipo otorga a estos jóvenes todas las herramientas necesarias para encaminarlos en una trayectoria de excelencia, que inicia con una educación integral y perdura a través de sus vidas.
Un viaje que cambió perspectivas
Viajar por primera vez a otro país es una experiencia emocionante, y para muchos de los jóvenes del Programa Oportunidades que participaron en este intercambio a Ciudad de México, fue precisamente eso: su primer vuelo, su primera aventura internacional y, sin duda, un viaje que recordarán toda la vida.
Del 10 al 14 de febrero, diez estudiantes de las sedes de San Salvador, Santa Ana y Sonsonate, junto con Lorena Ramírez, profesora de inglés, y yo, Francisco Rivas, líder multimedia de la Fundación Gloria Kriete, vivimos una semana llena de aprendizajes, cultura y muchas anécdotas.
Aprendizaje, cultura y… muchas risas
El objetivo de este intercambio era que los jóvenes aprendieran sobre biotecnología y compartieran conocimientos con estudiantes de la red EDUCA México, una fundación que brinda educación complementaria en diversas escuelas del país. Pero más allá del aprendizaje académico, el viaje fue una oportunidad para sumergirse en otra cultura, expandir horizontes y, claro, hacer nuevos amigos.
Las actividades fueron tan variadas como enriquecedoras. Desde visitar el Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental hasta recorrer la Avenida Reforma y conocer el Monumento a la Revolución, cada día traía una nueva aventura. En el Huerto Roma Verde, los chicos aprendieron sobre sostenibilidad y medio ambiente, mientras que en una escuela de la red EDUCA participaron en talleres de biología y hasta jugaron fútbol con estudiantes mexicanos.
Un choque cultural con mucho sabor
Si hay algo que sorprendió a todos, fue la comida. Aunque en El Salvador conocemos la “comida mexicana”, estar allá nos hizo darnos cuenta de que no es lo mismo. Todo, absolutamente todo, era picante, incluso cuando decían que no llevaba chile. Más de uno tuvo una reacción graciosa al primer bocado, y pronto se convirtió en un chiste recurrente del viaje.
De “chivo” a “padrísimo” y nuevas amistades
El intercambio cultural no solo estuvo en la comida, sino también en el lenguaje. Pronto nos dimos cuenta de que algunas de nuestras palabras salvadoreñas no eran tan comprensibles para los mexicanos. Por ejemplo, cuando decíamos “¡Qué chivo!”, nos miraban con confusión, así que rápidamente adoptamos “¡Padrísimo!” para hacernos entender. Fue un pequeño ajuste que nos ayudó a conectar mejor con nuestros nuevos amigos.
Hablando de amigos, algo que destacó en este viaje fue la unión del grupo. A pesar de que muchos no se conocían antes, desde el primer día se sintió una energía de camaradería. No hubo grupitos separados, sino que todos se mezclaban en el avión, en las comidas y en las actividades.
Un viaje que deja huella
Regresar a El Salvador después de esta experiencia fue agridulce. Todos estaban felices de volver a casa, pero también se llevaron con ellos una nueva forma de ver el mundo.
Reflexionaron sobre lo mucho que aman su país, pero también sobre la importancia de abrirse a otras culturas y aprender de ellas. Este intercambio no solo les dejó conocimientos académicos, sino también una mochila llena de recuerdos, risas y amistades que, sin duda, durarán mucho tiempo.
Como alguien que fue parte de la primera generación sabatina del Programa Oportunidades en 2014, este viaje tuvo un significado especial para mí. En aquel entonces, no tuve la oportunidad de vivir una experiencia como esta, pero ahora, al verla a través de los ojos de estos estudiantes, reafirmo que el Programa Oportunidades es mágico.
A todos los Ciudadanos Oportunidades que lean esto: si alguna vez tienen la oportunidad de aplicar a un intercambio como este, háganlo. Porque viajar no solo es conocer nuevos lugares, sino también descubrir nuevas versiones de nosotros mismos.
Si te gusto el artículo compártelo
Líder multimedia de la Fundación Gloria Kriete
Suscríbete a nuestro boletín